He escuchado a muchos padres y madres debatir sobre cuál es la mejor manera de educar y disciplinar a los hijos, pero el mayor reto no es descubrir cómo disciplinar adecuadamente a nuestros hijos, si no aprender a auto disciplinarse uno mismo. Y este es uno de los aspectos más importantes de la crianza ya que determinará como nos verán nuestros hijos cada día, qué actitud modelamos en ellos y el tipo de relación que queramos construir.
La paternidad comporta muchos nuevos desafíos. La autodisciplina es un desafío en sí mismo porque la crianza y la educación de nuestros hijos sacarán a la luz todos nuestros miedos, heridas y sentimientos pasados, que causan en nosotras emociones reales, de las cuales quizás no entendamos las causas. Y no podremos entender y controlar hasta que seamos conscientes de esas reacciones. Nuestros hijos nos muestran cómo y dónde tenemos que sanar para poder alcanzar nuestro máximo potencial y así ayudarles a alcanzar el suyo.
Los padres y madres deben aprender a disciplinarse de manera efectiva para poder enseñar a sus hijos la autodisciplina (la meta final de toda educación y disciplina). Cuando eres disciplinado puedes ser el tipo de padre o madre que tus hijos necesitan, tranquilo, lógico, centrado y seguro. La práctica más importante que debes aprender es la autorregulación, aprendizaje en métodos auto calmantes y mantener templadas las emociones.
Para ello debes tener en cuenta estos cuatro factores:
1. Comprende tu historia
El primer paso en esta práctica de la autodisciplina es comprender tu historia. Esto requiere de una autorreflexión seria y puede ser incómodo o incluso doloroso a veces, pero es una parte necesaria del crecimiento. Si no afrontamos nuestra historia de frente, podemos quedar atrapados en patrones poco saludables o inútiles con nuestros hijos. Y esto puede llevar a no conectar con ellos y hacer que nos les brindemos el amor incondicional, la aceptación y todo el apoyo que necesitan para crecer sanos mentalmente. Escribe tu historia y luego revísala, identifica todas tus creencias limitantes y modifica tus pensamientos para deshacerte de ellas.
Para trabajar sobre esto, hoy mismo, piensa en lo que hacen tus hijos y qué emociones y reacciones te generan. ¿Qué causa que tengas esos sentimientos? Cierra tus ojos y deja que tu mente vuelva a la infancia, piensa en momentos en que te comportaste de manera similar ¿Cómo te trataron? ¿Qué te dijeron tus padres sobre ese comportamiento? ¿Cómo te hizo sentir? ¿Es el mismo sentimiento que surge en ti cuando tu hijo se comporta de esa manera? Mira a ver si puedes identificar el origen de esas grandes emociones alrededor de ese comportamiento. Al concienciar sobre esto, comienzas a entender por qué tu cerebro está codificado para hacer lo que ha estado haciendo y tienes el poder de cambiar la narrativa que corre por tu mente para responder en lugar de reaccionar al comportamiento de tus hijos ¡Esto te cambiará la vida!
2. Reprograma de manera positiva tu cerebro
Suena imposible pero se puede hacer. Echa un vistazo a tus patrones de pensamiento y trabaja para cambiar aquellos que te hacen sentir miedo, pánico y cualquier otra sensación negativa. Nuestros pensamientos crean cambios físicos en nuestros cuerpos, y lo que creemos puede calmarnos o alterarnos, pero realmente está bajo nuestro control. Cada vez que reemplazas un pensamiento negativo o limitante por un pensamiento positivo o fortalecedor, estás haciendo nuevas conexiones neuronales en el cerebro, volviéndote a conectar para estar más tranquila, más empática, más positiva... ¡Más parecido al padre o madre que quieres ser! Esta es realmente la clave de la inteligencia emocional: comprender tus emociones y tratarlas de una manera constructiva en lugar de destructiva.
3. Controla tu mentalidad cotidiana
Tú decides qué tipo de padre o madre quieres ser. Toma conciencia de que puedes controlar y dominar tu mentalidad cotidiana. Por ejemplo, puedes ver lo mejor de tu hijo incluso cuando su comportamiento no es el más adecuado, ya que entiendes que todo comportamiento es comunicación, y cuando lo ves de esta manera, no te sientes provocado por la falta de respeto o la frustración de lo que sea que tu hijo esté exhibiendo hacia el exterior. Quizás tu hijo necesite conexión, ayuda, habilidades, etc. por lo que no reaccionas de manera impulsiva ante ese comportamiento de tu hijo sino que respondes de manera pensativa.
4. Sé un padre o madre intencional
Ten un plan sobre cómo manejar ciertos comportamientos. Por ejemplo ten un plan para desarrollar en tus hijos la conciencia medioambiental y la cultura familiar que deseas crear. Ten un plan para desarrollar los valores que deseas fomentar en vuestra familia. Toma las riendas y establece metas específicas. Céntrate en el legado que quieres crear y desarróllalo. No actúes sobre la marcha, mantente disciplinada y preparada, esto te ayudará a sentirte más segura y lista para afrontar los desafíos. Nuestro comportamiento es el mejor maestro para nuestros hijos. Muéstrale cómo ser auto disciplinada y trabájalo todos los días.
Por Rebeca Anés (psicologa infantil)
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