En el momento en que tu hijo entra encogido y lloroso en este mundo, hay una cosa de la que estás segura: nunca dejarás que nadie lo hiera. Si lo intentan, antes tendrán que lidiar con mamá oso.
A partir del momento en que tu hijo entra en la escuela primaria, hay una cosa de la que estás segura: posiblemente no podrás proteger a tu hijo las 24 horas, los 7 días de la semana.
Tienes flashbacks de cuando en la escuela otros alumnos se burlaban de tu nombre, tu almuerzo, tu ropa, tus gafas, lo que sea. Si bien el acoso cibernético ha llevado los riesgos y las repercusiones a un nivel completamente nuevo, el acoso "tradicional" todavía es generalizado, ya que uno de cada tres niños informa que es víctima de acoso en la escuela.
Es hora de hacer un repaso sobre cómo preparar a nuestros hijos para enfrentar el acoso y cómo defenderlos.
1.- Estate atenta a las señales
En ocasiones, la intimidación no es abierta y es posible que los niños no puedan identificarla. Cuando mi hijo iba a la escuela infantil, por ejemplo, su mejor amigo a menudo le obligaba a borrar minuciosamente las imágenes que había dibujado o las palabras que había escrito. Cuando le pregunté a mi hijo al respecto, él respondió con naturalidad que su mejor amigo le había ordenado que borrara su trabajo, "o de lo contrario no será mi amigo". No fue cosa de una sola vez. Mi hijo no podía jugar con otros niños ni sentarse junto a nadie durante la hora del patio "o de lo contrario".
No era un insulto o un golpe, pero era un desequilibrio de poder que equivalía a intimidación. Muchas veces, tenemos que estar atentos a las señales de advertencia que pueden ir desde el comportamiento agresivo en casa a las malas calificaciones en la escuela por algo tan inocuo como imágenes borradas. Tenemos que tomar en serio la intimidación, especialmente cuando es claramente un patrón de comportamiento que exhibe el agresor.
2.- No confrontes a los padres del matón
Como madre o padre, al instante te llenas de emoción cuando sabes que tu hijo es un peón en manos de un bravucón. Quieres que el acoso pare y quieres que ya. Pero confrontar a los padres del acosador sobre el comportamiento de su hijo probablemente provocará un argumento defensivo. Ahora es el momento de usar uno de esos lemas de "Mantener la calma" que ves en todas partes: mantén la calma y habla con el maestro. Aumenta la conversación a niveles más altos de autoridad, como el coordinador de la escuela, el consejero escolar y el director, si no se aborda a nivel de maestro. La intimidación no se trata de que un niño tenga un día difícil. Es un problema de la comunidad y requiere que la comunidad se una.
3.- Empodera a tu hijo
Tan importante como es enseñarle a tu hijo confianza en sí mismo, es enseñarle un plan de actuación cuando un matón trata de involucrarlos. Estas son algunas estrategias que los expertos sugieren:
- Enséñales a denunciar la situación
De acuerdo con stopbullying.gov, solo del 20 al 30 por ciento de los niños denuncian el acoso o la intimidación a un adulto. Ese es un porcentaje sorprendentemente bajo para un problema tan generalizado. Enséñale a tu hijo a denunciar la intimidación, en lugar de excusarlo, y anímalo a que le cuente el problema a un padre, maestro o entrenador etc.
- Enséñeles a mantenerse seguros
Entrena a tu hijo para que haga contacto visual y se mantenga erguido, pero que nunca se involucre físicamente con el acosador. Según el Consejo Nacional de Prevención del Delito, es mejor no alentar a tu hijo a defenderse, ya que podría conducir a más agresión.
- Enséñales a mantener la calma y ser amable
Este enfoque doble es defendido por el principal comunicador de habilidades sociales, Brooks Gibbs. En un video ampliamente visto describe estas dos técnicas, Gibbs enseña a los niños estrategias que son quizás contraculturales.
La primera regla, -no te enfades-, cuando el niño (y esto funciona mejor con preadolescentes y adolescentes) responde despreocupadamente a la agresión del agresor, él o ella comunica un mensaje simple: lo que estás diciendo no me molesta ni un poquito. La consecuencia de esto es que el matón se aburre. Una vez que se elimina la emoción de la imagen, el matón no tiene munición para continuar su diatriba verbal.
La segunda regla que defiende Gibbs, -trátelos como amigos-, va un paso más allá. Significa mostrar bondad al enemigo. Y, sí, es tan difícil como parece. La teoría de Gibbs es que, si respondes a la agresión verbal de un bravucón con amabilidad, eso los descalifica por completo. La intimidación, dice Gibbs, es un desequilibrio de poder. La bondad desestabiliza esa lucha de poder.
Con un poco de práctica (está bien, tal vez mucho), los niños (y los adultos) pueden ser emocionalmente resistentes y ser más astutos que el agresor. La intimidación no tiene que ser un rito de iniciación o una parte incontrovertible de la infancia. Demostremos a nuestros hijos que hay formas de salir.
By Susan N.