Si eres padre o madre, probablemente habrás usado alguna o todas estas frases en algún momento. Estas son algunas de las razones, respaldadas por la investigación, por las cuales estas ocho frases comunes suelen ser contraproducentes para nuestros hijos.
1.- “No llores”
Resulta muy fácil decirle a los niños que no lloren porque lo hacen constantemente, pero decirle a un niño que no lloren invalida sus sentimientos y les enseña a no compartir abiertamente sus emociones con los demás. En lugar de eso, intenta nombrar sus sentimientos diciéndole: "Ahora estás triste / asustado / enfadado".
Al nombrar con palabras sus emociones, las validan y al mismo tiempo aprenden el lenguaje que necesitan para describir ese sentimiento la próxima vez que lo tengan.
2.- “Para”
Para de correr. Para de gritar. Para de tirar cosas. Cada vez que utilizamos este tipo de directivas, la investigación demuestra que es menos probable que los niños dejen de comportarse de esa manera. Los cerebros de los niños están programados para hacer lo que escuchan. Entonces, si dices: "Para de correr", lo último que escuchan es "correr".
Si en cambio les dices: "Recuerda que los pies están para caminar” les estás diciendo exactamente cómo deberían moverse. Y también enmarca la directiva de una manera más positiva.
3.- “Pide perdón”
A los niños pequeños se les enseña a decir "lo siento" mucho antes de que en realidad sean capaces de sentir lástima por sus acciones. El acto de decir perdón apacigua a los adultos porque es lo más educado, pero las investigaciones muestran que decir lo siento no hace que los niños se conviertan en adultos más empáticos.
En cambio, es mucho más productivo enseñar a los niños a tomar medidas para ayudar a la persona que han ofendido. Para el niño que destruye la torre de bloques de otro niño, pídele que lo ayude a arreglarla. Para el niño que muerde, haz que lleve un poco de hielo al niño mordido. Al enseñar a nuestros hijos que sus acciones tienen consecuencias reales y requieren más que un "arrepentimiento" no empático, es menos probable que vuelvan a hacer estas cosas en el futuro y se vuelvan adultos más empáticos.
4.- "No se pega"
O "no lo tires", "no muerdas", etc. Esto es complicado porque el propósito de esta frase es mostrarle al niño que forma parte de un grupo que tiene reglas para mantenernos a salvo. Desafortunadamente, para muchos niños que son "reincidentes" en términos de golpes o mordeduras o cualquier otro comportamiento negativo, esta frase puede hacer que se sientan como un extraño dentro del grupo.
Un enfoque mucho más productivo es decir: "No está bien pegar" y expresar cómo te sentiste o como se sintió el otro niño por esa acción negativa. Haz un seguimiento haciendo que el niño tome medidas para ayudar a reparar cualquier daño que se haya causado.
5.- "¿Lo ves?"
Este es el clásico "te lo dije". Le dices al niño que deje de saltar en el sofá; el no escucha, y termina cayéndose del sofá y haciéndose daño. Respondes con un “¡Ves te dije que no saltaras en el sofá!"
Esta respuesta avergüenza al niño y no le da la oportunidad de resolver sus problemas o reflexionar. Es mejor esperar hasta que el niño esté tranquilo, y luego tener una conversación sobre lo que ha pasado, y preguntarle cómo elegirá comportarse la próxima vez.
6.- “Nada de llantos”
Es tan molesto que solo quieres que pare, ¡y rápido! Pero decirles a los niños que no se quejen no detiene su lloriqueo. En lugar de eso, prueba a decirles, "Habla, qué te pasa, usa la voz”, o pregúntale, "¿Cómo podemos resolver el problema?" Al aprovechar las capacidades de resolución de problemas del niño, lo facultas para tener cierto control sobre la situación.
También puedes probar la estrategia "Preguntado y Respondido" del experto en crianza de hijos Lynn Lott. Cuando tu hijo haya respondido con un ¡no! a una pregunta que le has formulado y, sin embargo, sigue gimoteando, prueba a decirle: "Preguntado y Respondido". Una vez que el niño entienda esta frase y se use de manera recurrente en el hogar, el niño será menos propenso a lloriquear.
7.- "¿Cuántas veces tengo que repetírtelo?"
Esta frase resulta contraproducente porque envía el mensaje de que no estás dispuesta a decirle algo a tu hijo más de una vez. Si el niño no te ha respondido la primera vez, es probable que: 1) no te haya oído o no te haya entendido a la primera, ó 2) está evitando tu directiva. La manera en que lidiemos con esta situación varía según el grado de importancia de la directiva dada, pero al decir "Cuántas veces tengo que decírtelo", envía un mensaje incorrecto y no hace que nuestros hijos hagan lo que les hemos pedido.
8.- “Espera a que lleguemos a casa”, “Verás cuanto tu padre o madre llegue a casa”
Este tipo de frases clásicas hacen dos cosas: crean miedo por la reacción futura y envían el mensaje de que no vamos a tomar medidas en el momento. Para ser efectivas, las consecuencias a los actos de los niños deben suceder en el momento. Esperar a que papá o mamá llegue a casa hace que la consecuencia sea ineficaz a la larga. Además, cuando los niños desarrollan un temor a la reacción de sus padres, es menos probable que el niño acuda a ellos cuando hayan hecho algo mal en el futuro.
By Katie M.